Se cumplen ya casi 8 años desde que no vivo en Chile. Recuerdo que entre otras razones, me fui escapando del fin de los años Frei, ese Pinochetismo sin Pinochet donde parecìa que nada habìa cambiado desde inicios de los '90. Recuerdo un paìs que aùn se pensaba como la reserva moral de occidente, sin divorcio, sin seguro de desempleo, sin ni siquiera la mìnima discusiòn sobre el aborto. Seguro de su moralidad...aquella de las virtudes pùblicas y de los vicios privados. Recuerdo que la verguenza mas grande que pasé en mi vida, como habitante y parte de una comunidad de personas que se dice un paìs, fue el dia que al regresar Pinochet de Londres, liberado por razones de salud, saluda y se levanta de su silla de ruedas, como si nada hubiera pasado.
Creo que en ése momento Chile era un paìs de mierda. Un horroroso Chile, màs o menos parafraseando el poema de Enrique Lihn. En fin, mi ùltimo acto comunitario dirìamos, fue votar, muy poco convencido por Lagos en segunda vuelta.
Luego, comencé a volver cada cierto tiempo, pero en realidad, empecé a estar en Chile cada vez màs cotidianamente: desde donde estuviera el primer gesto cotidiano era abrir el diario, chileno por supuesto y la creciente necesidad de compartir con quienes aùn estaban allà, las buenas cosas que me maravillaban y aprendìa acà. El gran escritor peruano Bryce Echenique dijo por ahi que el tiempo justo para vivir en Europa, supongo que mas bien es fuera de su paìs, eran 5 años. Menos, uno no alcanza dimensionar completamente esa nueva cultura. Màs tiempo, hace perder tus raìces y quedar en la condiciòn permanente de extranjero en cualquier lugar, incluso el tuyo. Ya alguna vez me dijeron "pero fede, si tu ya no eres de ninguna parte"...Serà cierto? Yo siento que no, pero temo a veces que si.
Pero el horroroso Chile ha cambiado en mis años de ausencia, o mas bien de lejanìa, o màs bien de no presencia fìsica permanente con unidad de tiempo, espacio y espacios. Siento que me perdì, o que vivì desde lejos ese cambio, en el cual Chile se transformò en un paìs...normal. O sea, nada de moralina (con qué cara, después de que un senador de la repùblica es condenado por...pedofilia. Màs encima, uno de los que se habia distinguido luchando contra la dictadura), mucha màs libertad sin la presencia agobiante del padre tutelar del reyno. Y con el miedo a él perdido, después de su absoluto descrédito para buena parte del paìs por razones de crédito, o sea eso de otorgarse créditos que después jamàs se pagan, por que no se pagan los créditos que uno se otorga a escondidas con dinero ajeno...bueno, también se llama robo.
Para alguien como yo, que viviò desde pequeño en dictadura y luego la post-dictadura freìsta, nada mas emocionante que vivir en un paìs normal. Donde puedes hacer las cosas con normalidad, por que justamente lo que vivì durante la mayor parte de mi vida fue la locura de una paìs que se mataba, que se creìa otra cosa y del cual, quien màs quien menos, queriamos escapar. Tal vez es esa normalidad la que me atrae, la posibilidad de vivir el paìs que nunca pude vivir. Tal vez por eso nunca me fui del horroroso Chile, y también por lo que ahora quiero volver...
No sé de qué manera ni por qué. Pero finalizo esta divagaciòn con este texto de Serrat, sin la ùltima palabra, por mamona...
No es que no vuelva, porque me he olvidado/de tu olor a tomillo y a cocina./De lejos, dicen que se ve más claro,/que no es igual quién anda y quién camina./Y supe que el amor tiene ojos verdes,/que cuatro palos tiene la baraja,/que nunca vuelve aquello que se pierde/y la marea sube y luego baja./Supe que lo sencillo no es lo necio,/que no hay que confundir valor y precio,/y un manjar puede ser cualquier bocado/si el horizonte es luz y el rumbo un beso,
No es que no vuelva porque me he olvidado: es que perdí el camino de regreso,