viernes, 18 de enero de 2008

Play


Es extraño, pero todas estas cajitas de colores...suenan. Claro, suenan en un computador y solo después de haber apretado la barra de espacio que significa "play"..., y mejor no sigamos abundando sobre las condiciones que se necesitan para que se haga el sonido en la era de la mùsica por computadores.
En fin, este es el comienzo de Play, o sea algo asi como los primeros 4 minutos y ellos me llevan a preguntarme varias cosas. Una de ellas es còmo compongo, o màs bien, qué es lo que de cada sonido me llama la atenciòn, me hace quererlo y entusiasmarme con él. Digamos que mi aproximaciòn es ante todo microfònica, o sea, generalmente grabo los sonidos que me interesan y luego escucho esas grabaciones para extraer los sonidos que ya habia imaginado. Màs, al final, a ellos se suman una gran cantidad de sonidos que han resultado casi completamente por azar, aunque un azar dirigido, pues espero esos resultados azarosos para encontrar ya no sòlo sonidos, sino màs bien articulaciones que estoy seguro jamàs habria realizado concientemente. Entonces ya no es solo el color, la textura o la calidad de la captura la que me hace enamorarme de un sonido, sino sobre todo, las posibilidades musicales que descubro en él. Difìcil ahora explicar qué entiendo por "posibilidades musicales", pero bàstese con señalar que es mi oìdo, en funciòn de lo que pretendo hacer o de lo que me gusta, en definitiva, quien dirige esa evaluaciòn.

Luego, el trabajo consiste a dar un sentido sonoro a todos esos pequeños fragmentos aislados que reunì, normalmente con una idea mas o menos preconcebida o, a veces (y este es el caso), de lo que puede resultar, tomando en cuenta ya no sé cuantas variables que pueden ir de lo estrictamente musical a si el dia esta soleado o no. El asunto es que me habia propuesto hacer una mùsica "juguetona", pues Play ocupa esencialmente sonidos de juguetes. Pero hasta el momento, las nubes grises del post anterior se han apoderado de alguna parte de la obra, y si bien trato de continuar con la idea original, me doy cuenta que los juegos se transforman en otra cosa, en algo màs violento de lo que imaginaba, en la lucha por sacar adelante algo, que ya no sòlo es esta obra, sino que es ademàs, la parte de mi vida que vivo en este momento.

Pienso entonces que los juegos no son necesariamente juguetones y tienen, o tuvieron, una parte de crueldad que todos sufrimos cuando niños. Entonces me agarro de aquello: puedo jugar no siendo feliz, y no siempre los juegos tuvieron finales felices...claro, mas de alguna vez se acabaron intespestivamente -el famoso llamado "a comeeer..." por parte de unos padres poco sincronizados con el desarrollo del juego- y otras veces el final del juego consistia en la muerte del "jovencito" (si, yo alguna vez morì, tristemente, en un juego). Entonces, veo que entre el juego de la mùsica y el juego de la vida no hay tanta diferencia, a pesar de lo abstracto que pueda resultar para cualquiera una mùsica que consiste en una serie de sonidos grabados, puestos en no se sabe qué orden. En fin, còmo compongo? Cuanto de mi estado vital modifica las ideas sonoras que acariciaba? Cuanto de ellas estàn en sincronia con mi vida? Y, en definitiva, puedo hacer lo que yo quiero y no lo que este momento, en cierta manera quiere?

1 comentario:

mankacen dijo...

Una referencia:
"Final del Juego" de Cortázar...

Otra:
Hay dos tipos de juegos:
el exploratorio, auto-desarrollado y el reglado (fútbol, ajedres, a la chebe-chebe, etc.)

si hay reglas se puede ser un as y también se puede uno frustrar...

abrazo,

Ale